I
20/1/09, 10:32 a.m.
Mientras desayuno, en el televisor Obama y Bush inician su procesión adentro de la limosina Cadillac construida para la ocasión, regalo de una de las compañías al borde del colapso, que también le ha pedido al gobierno vehementemente un paquete multimillonario para salvarse. La inauguración oficial del traspaso de poderes dio comienzo, no sin proclamarse como la que ha requerido de mayor seguridad en la historia de los Estados Unidos. Otra característica que diferencia, es que una gran mayoría de los miles de asistentes acumulados en los campos del National Mall en Washington D.C., son negros y aunque el frío del norte anduvo por los 20 grados fahrenheit, no fue motivo para mermar los entusiasmos, de hecho, se asegura que es la muchedumbre más numerosa en la historia de traspasos de poder, aproximadamente 1.400.000, todas y todos de pie. Al frente del capitolio, el mar de gente mueve banderitas al anuncio de cada ex presidente, las hijas de Obama aparecen, y son las que dan el preámbulo al mandatario electo. Ahora Michelle Obama con la biblia de Abraham Lincoln en su mano, saluda a todos los presentes en el balcón adonde su esposo dará el discurso de apertura. Pero antes, un pastor blanco es invitado para que dedique una oración, quien recuerda la descendencia inmigrante de Obama y recalca que Martin Luther King no murió en vano. Michelle y Obama escuchan las plegarias con los ojos cerrados, los únicos entre todos los asistentes. Minutos después la reina del soul, Aretha Franklin se apodera del micrófono y canta “ My country tis of thee “, una canción patriótica que transforma el balcón en pulpito de alguna iglesia cristiana del sur. La cantante luce un atuendo, que me recuerda las imágenes de cientos de negros reprimidos en la calle por la policía, allá por los años sesenta. La música continúa a cargo de artistas de gran talla, Itzhak Perlman al violín, Yo-Yo Ma en el chelo, Gabriela Montero piano y Anthony McGill clarinete, interpretan una obra compuesta especialmente para la inauguración, “Air & Simple Gifts” cuya autoría pertenece a John Williams. Nuevamente la cámara capta un Obama que disfruta con los ojos cerrados. Entre sus manos, Michelle sostiene nuevamente la famosa biblia, legado del ex presidente Abraham Lincoln, en la que Obama apoya las suyas mientras es juramentado como el nuevo presidente. Las formalidades siguen su curso normal, hasta que el mandatario queda rezagado en una frase, obligando a su interlocutor a repetírsela, un pequeño traspié, quizá provocado por tantas cosas que cruzarán por su mente en ese mismo momento. Tomas aéreas son alternadas con las de miles que presencian el acto, la emoción se desborda en cada rostro, muchos sostienen en sus manos pancartas mostrando a Martin Luther King y Barack Obama juntos. Después de una pequeña pausa, Obama se apodera de la tribuna y empieza su discurso. El mensaje posee un tono sincero y por lo tanto no muy positivo, la realidad de una crisis profunda es ineludible y requiere del sacrificio de cada uno de los que viven en este país, una propuesta que no ha sido muy bien acogida entre cierta parte de la población e incluso se la ha juzgado de comunistoide. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando la crisis empezó. Nuestras mentes no son menos inventivas, nuestras mercancías y servicios no son menos necesarios de lo que fueron la semana pasada o el mes pasado o el año pasado, nuestra capacidad continúa sin disminuir. ¿Entonces qué pasa me pregunto yo?
II
21/1/09, 10:37 p.m.
El día casi termina. Después de varias horas de tele e internet, ingreso a la ducha, a disfrutar el milagro del agua caliente en invierno. Decido que un trago esta merecido, y apunto en dirección al bar del barrio. Entro y me siento, la camarera saluda y deja caer sobre la mesa una versión miniatura del menú, y después, un triángulo de papel emplasticado que dice “ Welcome, my name is BONNIE, the answer is yes (almost always) what’s the question? Después de servirme lo que le pido, un hueco en nuestra conversación se instala y yo, no lo quiero llenar, a pesar de que por alguna razón necesito comunicarle que pasé todo el día atento a la toma de poderes. Ella toma la iniciativa y me pregunta por casualidad acerca de lo que estaba pensando e inmediatamente coincidimos en tema.
—A mí se me pusieron los pelos de punta cuando Obama salió de su limosina a caminar a través de la avenida Pennsylvania , es que hay tanto loco en estos días, yo desde mi casa le gritaba que se metiera— me dijo Bonnie.
Y tengo que admitir, yo también sentí nervios, literalmente estuve esperando que le volaran la cabeza en cualquier momento. En ese preciso instante en que el presidente decide salir a saludar a sus seguidores, el dispositivo de seguridad que lo rodea, automáticamente se despoja de la responsabilidad en caso de asesinato, un riesgo que corre el presidente, quizá una prueba a su valor. La peor parte es que la gente lo espera, aún temiendo lo mismo que Bonnie y yo.
Dos cabernet, de camino una botella de vino, y aquí estoy de vuelta abriéndola.
Obama acaricia el ego de los gringos resaltando, que quienes dudan de sus propuestas tienen poca memoria, porque Estados Unidos siempre se ha caracterizado por conquistar sueños y lograr cosas imposibles, como por ejemplo, los negros que están ahí parados oyendo este discurso, hace 60 años la segregación no lo hubiera permitido. La tan manipulada guerra contra el terrorismo, fue también parte del repertorio presidencial, dejando en claro que la respuesta a cualquier ataque será definitiva y la persecución de aquellos que supuestamente buscan destruir el país, seguirá. El momento de la poesía esta a cargo de Elizabeth Alexander, la cuarta vez en la historia de las inauguraciones presidenciales, que una poeta es invitada a formar parte de la celebración. Su poema compuesto específicamente para este momento, titulado “ Praise song for the day ” es entre muchas cosas, un recordatorio de lo simple y un intento por rememorar los sacrificios de quienes murieron construyendo las líneas del tren, alzando puentes, cosechando algodón y lechuga, levantando ladrillo sobre ladrillo esplendorosos edificios, obligados a mantenerlos limpios y a la vez a trabajar dentro de ellos. Ahora, el reverendo Joseph Lowery de 88 años, un pedazo viviente de la historia del movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos, sube al podium para bendecir la nueva administración. El señor Lowery fue fundador de la Conferencia Cristiana Meridional de la Dirección, SCLC por sus siglas en inglés, quien fuera su primer presidente Martin Luther King. A finales de los cincuentas, esta organización fue uno de los pilares adonde se apoyó la lucha en contra de la segregación racial. El boicot a los buses en Montgomery, que tomó lugar en el año 1955, después de que Rosa Park, conocida también como la nueva madre del movimiento de los derechos civiles, se negara a ceder su asiento a un blanco, fue ejecutado también bajo la supervisión del reverendo Lowery, junto con Martin Luther King y la misma Rosa Park. Una mujer negra entre el público, mantiene su brazo en el aire y los ojos cerrados mientras escucha las palabras del octogenario pastor, su voz eclipsada por un cansancio de décadas luchando, pero no por eso vencida, no por eso menos atenta a la hora de proclamar en favor de la unión y la igualdad. Obama mueve su cabeza con cada palabra que sale de la boca de Lowery, en un gesto aprobatorio y respetuoso. El reverendo se despide con un amén que cientos de miles repiten al unísono. Inmediatamente el coro militar inicia la ejecución del himno nacional a capella. Una pareja de negros y otra de blancos empiezan a desfilar al frente de las cámaras, son los Bush que se despiden y los Obama que inician un nuevo período. El helicóptero presidencial espera a los salientes, que serán trasladados a su nuevo hogar en algún lugar en Texas. No creo necesario esperar a que la historia juzgue la administración Bush, como lo repiten en este momento los comentaristas del canal, con dos guerras en ultramar, una profunda crisis económica, la imagen del país socavada por el rechazo global contra sus líderes y una violenta política de inmigración que ha cercenado miles de familias latinas trabajadoras, no es tan difícil dar un veredicto. El helicóptero despega con los Bush adentro, Obama y familia los despiden, y yo, deseo nunca más volver a verlos.